Hay situaciones que, por mucho que a uno le expliquen, no consigue entender. España, un país con una justicia lenta, muy lenta, con juzgados colapsados, vistas que se demoran más allá del 2018 y con un déficit más que importante de jueces, se permite el lujo de dejar en el banquillo a unos 1.500 jueces. Más bien, en la fría cuneta del paro. Y sin apenas posibilidad de encontrar otro trabajo salvo la docencia (y no en todos los casos), porque su condición de magistrado se lo impide. El resultado: jueces que de la noche a la mañana se encuentran en la cola del paro, que han tenido que pedir créditos para afrontar la hipoteca, recurrir a la familia, ajustarse el cinturón para sobrevivir con la nómina de su pareja. En casos extremos en que los dos son jueces, incluso hay padres que han tenido que enviar a sus hijos con los abuelos, mientras ellos hacen cola frente a un banco de alimentos... Esta es la realidad de los jueces sustitutos. Otra cara de la crisis y los recortes poco conocida.
Por Celeste López- @CelesteLopezP
